Las Escrituras dicen que no puedes amar a Dios y odiar a los demás. No puedes amar a Dios y abusar del inmigrante.  No puedes amar a Dios y acosar al marginado.  No puedes amar a Dios y oprimir a los pobres. En el rostro de un prójimo, vislumbramos el rostro de Dios.